Me parecía que de nada vale correr si
siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra
personalidad. Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros
para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de
espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme. Una
tremenda congoja fue para mí lo único real en aquellos momentos.
Empezó a temblarme el mundo detrás de
una bonita niebla gris que el sol irisaba a segundos. Mi cara
sedienta recogía con placer aquel llanto. Mis dedos lo secaban con
rabia. Estuve mucho rato llorando, allí en la intimidad que me
proporcionaba la indiferencia de la calle, y así me pareció que
lentamente mi alma quedaba lavada.
En realidad, mi pena de chiquilla
desilusionada no merecía tanto aparato. Había leído rápidamente
una hoja de mi vida que no valía la pena de recordar más. A mi
lado, dolores más grandes me habían dejado indiferente hasta la
burla...
Carmen Laforet
Nada
¿”NADA”?, me
pregunté. Fue lo primero que me llamó la atención de este libro,
su título. ¿Qué historia encierra? Son muchos los párrafos que
despertaron en mí sentimientos diferentes. Nostalgia, desilusión,
tristeza, fuerza, fueron algunos de ellos, todos transmitidos por las
situaciones que vive su protagonista. Andrea es una joven con muchas
expectativas. Volver a Barcelona para estudiar es una de sus mayores
ilusiones. Pero nada es como ella se esperaba, sufre, se siente
defraudada y en ocasiones con miedo, pero al final escapa, no se
resigna, huye y aprende.
Es el fragmento anterior
uno de los que más me gustó. Al leerlo me da fuerzas para seguir
adelante, para priorizar y dar importancia a aquello que realmente lo
tiene y para olvidar lo que no merece la pena seguir recordando.
Os recomiendo que lo
leáis e intentéis meteros en la mente y en el cuerpo de Andrea.
Experimentaréis sensaciones muy intensas que os harán reflexionar
sobre muchos aspectos de la vida. ¡ÁNIMO!
Mª Ángeles Palma
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